¿Quién de nosotros alguna vez en las rebajas, ha comprado algo que realmente no
necesitaba?. Sencillamente porque dicho producto era muy asequible. Con
seguridad, más de uno de nosotros nos hemos visto reflejados en esta situación. Y es que con este tipo de acciones, lo que hacemos es favorecer “el consumismo”, es decir, la tendencia de
comprar objetos u otros bienes que realmente no son necesarios.
Y este hecho, ¿es importante?, ¿tiene
alguna relevancia en la educación de nuestros hijos e hijas?. Pues la verdad es
que sí, porque lo ideal es que eduquemos
a nuestros hijos/as en la responsabilidad en el manejo del dinero, lejos
del consumismo y más en situaciones de crisis como la que estamos viviendo
actualmente. Y ya se sabe, hay que practicar
con el ejemplo.
En ocasiones, cuando los niños nos piden algo y no se lo
compramos, nos sentimos culpables, y tras llantos e insistencias hemos llegado
a comprarles lo que querían a pesar de saber que realmente no era algo
necesario, y aún con la experiencia de saber que días después dejarán de prestar atención a tan ansiado objeto. Otras veces, caemos en el
error de ceder ante peticiones porque no queremos que nuestros hijos sean menos que los del vecino. ¿Acaso no somos capaces de poner límites, para evitar el consumo innecesario?
¿Qué nos lleva al consumismo y a la falta de responsabilidad en el uso
del dinero? (que claro está, cada
uno es libre de hacer lo que quiera con el suyo). En el caso de los niños, que
es lo que nos interesa a nosotros como padres, normalmente depende de dos
variables: la publicidad y la falta de límites por nuestra parte.
La publicidad.
Los niños pasan horas delante de
la televisión y durante la programación infantil reciben un bombardeo de
publicidad difícil de controlar, dado que éstos en su mayoría, no poseen la
capacidad crítica para discernir entre lo que es necesario y lo que no. Permanecen “hipnotizados” frente al televisor con una actitud pasiva, que
imposibilita el desarrollo de actividades creativas que le ayuden al desarrollo
mental, dejando de lado actividades tan necesarias como: jugar con sus manos, leer y el desarrollo de actividades psicomotoras…
Además, no se conforman con
cualquier muñeca, coche y deportivas… quieren las que anuncian en televisión o
las que tienen sus amigos, aunque sea una moda pasajera (gogos, álbumes de
cromos…)
Pero, la publicidad, por sí sola no
hace que los niños se transformen en consumidores compulsivos de objetos. La otra
variable que influye, es la imposibilidad de los padres de decir "no". Muchas veces
es más fácil consentir lo que se pide que sostener una actitud firme y
razonable ante las peticiones.
Falta de límites.
El pensar que el no darles todas
las cosas a nuestros hijos es de ser mal padres es una equivocación. Tenemos la
obligación de asegurarles el bienestar; pero de ahí, a consentirles todo para
evitar su frustración, es un error que les pasará factura cuando lleguen a la
etapa adulta, puesto que tendrán poca tolerancia a la frustración. Y nosotros
como adultos, sabemos bien que la vida
está llena de objetivos inalcanzables (a nivel laboral, social, económico…) que
nos generan frustración. En función de la sobreprotección a la que nos han sometido nuestros padres (seguramente con buena intención, aunque no fuera lo más adecuado) y los recursos
personales que poseamos, canalizaremos mejor ese sentimiento de privación de
una satisfacción que nosotros percibimos
como vital.
En otras ocasiones lo que nos
mueve a no poner límites es el creer que es una obligación, el dar a nuestros
hijos lo que nosotros no tuvimos en nuestra infancia. De nuevo podemos caer en
la sobreprotección (cuyas consecuencias ya hablamos en una entrada de nuestro
blog). Otros, aunque es duro reconocerlo buscan paliar sus sentimientos de culpabilidad por no estar suficiente tiempo en casa para
relacionarse con sus hijos y atender a sus necesidades afectivas, sustituyéndolas
por bienes materiales.
Deberíamos reflexionar sobre la importancia de poner límites a nuestros hijos, teniendo en cuenta que no es incompatible con el amor que les profesamos.
Deberíamos reflexionar sobre la importancia de poner límites a nuestros hijos, teniendo en cuenta que no es incompatible con el amor que les profesamos.
Recomendaciones.
Desde el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y concretamente desde INTEF (Instituto Nacional de Tecnologías de Educación para la Formación. http://educalab.es/intef), nos hacen unas recomendaciones a la hora de educar en el uso del dinero, con el fin de evitar el consumismo.
Es muy importante que si vamos a
seguir unos criterios en la educación de nuestros hijos y en ella participan
otros familiares como tíos y abuelos, (porque nos ayudan a cuidarlos mientras
trabajamos) debe haber unidad de criterios entre los que forman la familia. Los
abuelos y tíos no pueden dar los caprichos que les niegan los padres buscando
con ello el cariño de nietos y sobrinos.
Para finalizar, os quiero recomendar un libro que leí hace algún tiempo,
se centra en la importancia de inculcar en la familia una educación de valores
relacionados con el dinero, a fin de evitar niños materialistas, enseñándoles principios sólidos como la compasión y evitando sentimientos de superioridad en favor de
la humildad. Si el tema os interesa, os lo recomiendo. “Los niños y el dinero.
Educar a los hijos en la responsabilidad”. Ed. Mc Graw-Hill. Eileen Gallo-Jon
Gallo.
Imágenes: www. e-faro. info