viernes, 26 de septiembre de 2014

Educar para evitar el consumismo



¿Quién de nosotros alguna vez en las rebajas, ha comprado algo que realmente no necesitaba?. Sencillamente porque dicho producto era muy asequible. Con seguridad, más de uno de nosotros nos hemos visto reflejados en esta situación. Y es que con este tipo de acciones, lo que hacemos es favorecer  el consumismo”, es decir, la tendencia de comprar objetos u otros bienes que realmente no son necesarios.
 
Y este hecho, ¿es importante?, ¿tiene alguna relevancia en la educación de nuestros hijos e hijas?. Pues la verdad es que sí, porque lo ideal es que eduquemos a nuestros hijos/as en la responsabilidad en el manejo del dinero, lejos del consumismo y más en situaciones de crisis como la que estamos viviendo actualmente. Y ya se sabe, hay que practicar con el ejemplo.

En ocasiones, cuando los niños nos piden algo y no se lo compramos, nos sentimos culpables, y tras llantos e insistencias hemos llegado a comprarles lo que querían a pesar de saber que realmente no era algo necesario, y aún con la experiencia de saber que días después dejarán de prestar atención a tan  ansiado objeto. Otras veces, caemos en el error de ceder ante peticiones porque no queremos que nuestros hijos sean menos que los del vecino. ¿Acaso no somos capaces de poner límites, para evitar el consumo innecesario?

¿Qué nos lleva al consumismo y a la falta de responsabilidad en el uso del dinero? (que claro está,  cada uno es libre de hacer lo que quiera con el suyo). En el caso de los niños, que es lo que nos interesa a nosotros como padres, normalmente depende de dos variables: la publicidad y la falta de límites por nuestra parte.

La publicidad.

 

Los niños pasan horas delante de la televisión y durante la programación infantil reciben un bombardeo de publicidad difícil de controlar, dado que éstos en su mayoría, no poseen la capacidad crítica para discernir entre lo que es necesario y lo que no. Permanecen “hipnotizados” frente al televisor con una actitud pasiva, que imposibilita el desarrollo de actividades creativas que le ayuden al desarrollo mental, dejando de lado actividades tan necesarias como: jugar con sus manos, leer y el desarrollo de actividades psicomotoras…

Además, no se conforman con cualquier muñeca, coche y deportivas… quieren las que anuncian en televisión o las que tienen sus amigos, aunque sea una moda pasajera (gogos, álbumes de cromos…)
 
Pero, la publicidad, por sí sola no hace que los niños se transformen en consumidores compulsivos de objetos. La otra variable que influye, es la imposibilidad de los padres de decir "no". Muchas veces es más fácil consentir lo que se pide que sostener una actitud firme y razonable ante las peticiones.

Falta de límites.

 

El pensar que el no darles todas las cosas a nuestros hijos es de ser mal padres es una equivocación.  Tenemos la obligación de asegurarles el bienestar; pero de ahí, a consentirles todo para evitar su frustración, es un error que les pasará factura cuando lleguen a la etapa adulta, puesto que tendrán poca tolerancia a la frustración. Y nosotros como adultos, sabemos bien que la  vida está llena de objetivos inalcanzables (a nivel laboral, social, económico…) que nos generan frustración. En función de la sobreprotección  a la que nos han sometido nuestros padres (seguramente con buena intención, aunque no fuera lo más adecuado) y los recursos personales que poseamos, canalizaremos mejor  ese sentimiento de privación de una satisfacción que nosotros percibimos como vital.

En otras ocasiones lo que nos mueve a no poner límites es el creer que es una obligación, el dar a nuestros hijos lo que nosotros no tuvimos en nuestra infancia. De nuevo podemos caer en la sobreprotección (cuyas consecuencias ya hablamos en una entrada de nuestro blog). Otros, aunque es duro reconocerlo buscan paliar sus  sentimientos de culpabilidad por  no estar suficiente tiempo en casa para relacionarse con sus hijos y atender a sus necesidades afectivas, sustituyéndolas por bienes materiales.

Deberíamos reflexionar sobre la importancia de poner límites a nuestros hijos, teniendo en cuenta que no es incompatible con el amor que les profesamos.

Recomendaciones.

 

Desde el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y concretamente desde INTEF (Instituto Nacional de Tecnologías de Educación para la Formación. http://educalab.es/intef), nos hacen unas recomendaciones a la hora de educar en el uso del dinero, con el fin de evitar el consumismo.




 Es muy importante que si vamos a seguir unos criterios en la educación de nuestros hijos y en ella participan otros familiares como tíos y abuelos, (porque nos ayudan a cuidarlos mientras trabajamos) debe haber unidad de criterios entre los que forman la familia. Los abuelos y tíos no pueden dar los caprichos que les niegan los padres buscando con ello el cariño de nietos y sobrinos.

Para finalizar, os quiero recomendar un libro que leí hace algún tiempo, se centra en la importancia de inculcar en la familia una educación de valores relacionados con el dinero, a fin de evitar niños materialistas, enseñándoles principios sólidos como la compasión y evitando sentimientos de superioridad en favor de la humildad. Si el tema os interesa, os lo recomiendo. “Los niños y el dinero. Educar a los hijos en la responsabilidad”. Ed. Mc Graw-Hill. Eileen Gallo-Jon Gallo.
 
Imágenes: www. e-faro. info