viernes, 19 de septiembre de 2014

PRACTICAR CON EL EJEMPLO



El objetivo principal de la mayoría de los anuncios es  el de promover el consumo de un determinado producto, o en determinadas campañas sensibilizar sobre un problema concreto, para que las personas nos movilicemos adoptando medidas que minimicen dicho problema, tal como ocurre con las campañas publicitarias sobre el consumo de drogas y el de tráfico. 

De hecho, hace poco hemos podido ver un anuncio muy curioso de  una gran superficie de origen Sueco que recientemente se ha ubicado en Alfafar. En dicho anuncio unos padres a través de las noticias, eran conscientes de que lo que ellos hacían era lo que sus hijos aprendían. Si comían frente a la televisión, ellos adoptaban dicha costumbre, si eran desordenados, ellos también lo eran. Y la gran superficie daba la solución, “no te preocupes,  allí puedes comprar todo tipo de organizadores para solucionar el problema”. Sinceramente, se trata de un anuncio de lo más ingenioso. 

Pero, ¿la realidad es así?, el niño o niña desordenado aunque tenga cajas, cajones y armarios, ordena, ¿o es un hábito que se aprende? Y requiere de algo más, que contar con los recursos necesarios para hacerlo. Según el psicólogo canadiense Albert Bandura (del que ya hemos hablado en alguna otra entrada), los niños aprenden a través de la observación, es el llamado aprendizaje social; y de esta forma acaban imitando comportamientos, que es lo que en definitiva transmitía el anuncio del que hablábamos anteriormente.

Practicar, por tanto con el ejemplo, es una forma de guiar a nuestros hijos e hijas, puesto que los niños copiarán nuestras conductas, frases y gestos,  tanto las  no deseables como las deseables. Cualquiera puede convertirse en su modelo a seguir (amigos, televisión, videojuegos, hermanos mayores…) y, por ello, nos debe preocupar que nuestros hijos tengan un ejemplo y modelo adecuado en cualquier ambiente donde se muevan. 


En lo que respecta a nosotros, nos deberíamos preguntar “¿me comporto y/o hablo como me gustaría que mis hijos lo hicieran?”.

Después de esta reflexión, qué aspectos podemos cuidar para conseguir comportamientos adecuados en nuestros hijos e hijas: 


El respeto, esa manera de tratar a las personas como nos gustaría a todos ser tratados (sin que nos chillen, sin que nos humillen, sin amenazas, o sin que nos hablen de forma sarcástica):

  • Si cuando nos dirigimos  a nuestros hijos, especialmente en esos momentos exasperantes (como cuando los acompañamos en el momento de los deberes), lo hacemos con respeto, utilizando un lenguaje adecuado, es mucho más probable que luego ellos también nos respeten a nosotros.
  • Es un error pensar que para ganar su respeto, lo ideal  es ser muy estrictos e imponer castigos severos cuando nuestros hijos desobedecen, se trata de una confusión entre el respeto y el miedo. Y es que los niños que temen a sus padres normalmente se vuelven resentidos y suelen hacer las cosas a escondidas.
La honestidad, el valor de decir la verdad. A nadie nos gusta que nos mientan, pero en ocasiones como recurso para buscar excusas se deja a un lado la sinceridad y se cuentan las llamadas “mentiras justificadas”. 
  • Tal vez no nos apetece algo, y ante una invitación buscamos una excusa que no es cierta, delante de los niños. Se trata de una mentira justificada. Pero, es difícil para un niño entender qué es una mentira justificada y la interpretación en los niños suele ser que cualquier tipo de mentira sirve para protegerse o para obtener un beneficio.
  • Además, de pensar que si es lícito para sus  padres utilizar la mentira, ellos también lo pueden hacer cuando se salten una norma y decidan esconderlo.
Pedir perdón, reconocer nuestros errores. A muchos padres, les cuesta pedir perdón cuando cometen errores porque creen que es rebajarse ante sus hijos y con ello perderían el respeto. Sin embargo, a nuestros hijos les exigimos pedir perdón aunque no sientan arrepentimiento.
  • Por ello, es fundamental que cuando cometamos errores, los reconozcamos, dado que equivocarse es de humanos, y de esta forma nuestros hijos aprenderán a reconocer también sus errores.
  • Y con ello, aprenderán sobre la humildad.
Mención aparte merece, cuidar que ven nuestros hijos a través de videojuegos, televisión, etc. Especialmente cuando aparecen comportamientos violentos que pueden ser físicos, sexuales y psicológicos. Dado que pueden dar lugar a:
  • Comportamientos agresivos en los niños.
  • A volverse insensibles ante la violencia a terceros.
  • Aceptar la violencia como recurso para resolver los problemas
Albert Bandura, realizó un experimento sobre la agresividad en los niños después de observar conductas violentas; es el experimento del muñeco Bobo (un juguete hinchable de aproximadamente 150 cm), que demostró que los niños aprendían este tipo de conductas, después de observarlas.


Por ello, como padres debemos cuidar la observación de conductas violentas, por parte de nuestros hijos e hijas:
  • Prestando mayor atención a los programas que ven los niños, video juegos  y al ambiente en el que se mueven.
  • Evitando que vean aquellos programas conocidos como violentos.
  • Señalar al niño que aunque el actor ( o personaje de los dibujos) no se hizo daño, hirió o murió durante una escena determinada, la violencia puede producir dolor o muerte si sucede en la vida real.
  • Desaprobando los episodios violentos que suceden frente a los niños, enfatizando el hecho de que esa no es la mejor forma de resolver un problema.
  • Para contrarrestar la presión que ejercen sus coetáneos y amigos, es por tanto, conveniente informarse del tipo de programas que ven éstos, por la influencia que ejercen en nuestros hijos e hijas.